Turgentes sirenas, tienen el vivo color de las algas florecientes en sus cabellos, una suavidad de brisa en el aliento de sus bocas, y la risa de una noche lunar cuando cantan al amor.
En la tierra de los elfos la belleza y el poder se derramó en cada uno de sus hijos; son como los dioses del polvo a los que vanamente nos afanamos en convertirnos.