La poesía murió para ti, oh doloroso centauro, junto con tu amada poeta. Sus versos dorados ya no resonarán en tus bosques de verde tupido, ni animarán tus correrías en las batallas de los hombres.
En la tierra de los elfos la belleza y el poder se derramó en cada uno de sus hijos; son como los dioses del polvo a los que vanamente nos afanamos en convertirnos.