Suave señora, te quema la pasión interior; un temblor intenso recorre tu piel. Llevas el aroma de la flor en tu cuerpo, en las alas que aman volar en el viento frugal de las tardes.
En la tierra de los elfos la belleza y el poder se derramó en cada uno de sus hijos; son como los dioses del polvo a los que vanamente nos afanamos en convertirnos.