La adivinadora de mi destino
Al buscar tu ayuda, adivinadora,
quise descubrir mi destino,
quise que tu lengua de miel
me hablara del futuro.
Pero los símbolos turgentes de tu cuerpo
me dijeron más que los símbolos escritos.
Y no dijiste nada,
¿Ya para qué..?
Adivinaste lo mismo que yo había
adivinado con sólo mirarte:
el dulce surgimiento del amor. . .